Un explorador intenta demostrar que los pingüinos, contra lo que se cree, son capaces de volar.
Les pingouins volent-ils? (Alban Lelièvre, 2008) YouTube
Un explorador intenta demostrar que los pingüinos, contra lo que se cree, son capaces de volar.
Les pingouins volent-ils? (Alban Lelièvre, 2008) YouTube
Tres pingüinos y un fotografo, herederos del estilo Píxar tanto en la imagen como en la narratividad y el humor, ponen sobre la mesa uno de los quebraderos de cabeza de los filósofos de nuestro siglo. Buena mezcla. La cuestión –escalofiante y abrumadora, por cierto- es la misma que sobrevuela, por ejemplo, el imperio Google: sólo existe lo representable. O peor, sólo existe lo representado, que no es lo mismo. Ante la fuga de la fe, desbancamos al referente y, tanto es así, que aunque los pingüinos vuelen en la intimidad, el hecho queda descartado porque quien lo ha visto no ha podido conseguir una IMAGEN para colgarla en la red. No obstante, tal y como el autor sostiene en la introducción del corto -cuestión estúpida número 1- ¿qué importa?
Lo que hace genial la obra es la sencillez de la forma ante la reflexion un tanto ardua que se puede extraer –o no- del contenido. Así, el autor, Fabrice Senia, ha aprovechado la solución americana y la tradición de pensamiento europeo para conseguir encontrar el sitio de lo abstracto en lo concreto.
Y, siguiendo la misma clasificación –y sin ánimo de generalizar- podríamos usar la metáfora de las tradiciones para ver como se distribuye el humor, en distintos niveles de la narración y de los elementos audiovisuales.
Por un lado, la gran expresividad de los personajes, con una gestualidad que hace un guiño al slap-stick americano, y les devuelve el protagonismo que les podría quitar el abundante espacio. El corto se desenvolupa en una secuencia donde predominan los planos fijos, generales, anchos, que amoldan el paso del tiempo mediante la iluminación, en un paisaje tan sencillo como recóndito -solo encontramos un par de planos medios del fotógrafo.
Por otra parte, el acurado mundo sonoro que plantea el artista apela a un humor fino, abstracto, del lenguaje y del metalenguaje. Genialidades como la aparición de un gallo que despierta el amanecer del Polo Norte cierran el significado completo del corto. La densidad del audio, pues, reconstruye una atmosfera poco factible en el Polo Norte, pero que viste el corto de domingo. Así mismo, encontramos humor en la forma que adopta el relato para representar la desesperación del personaje, un referente casi arquetítpico como el de Carmen. Sin duda, es la calidad y el aroma de este humor lo que da cuerpo a la historieta y la hace carismática, entrañable e irrepetible.
Marta Sala
junio 2009