Los incovenientes de ser el juguete de un bebé poco respectuoso con los juguetes.
Tin Toy (John Lasseter, 1988)
Oscar 1988 (mejor corto de animación), lo que supuso el primer Oscar a un film 3D. Es el antecedente del largometraje Toy Story que el propio Lasseter dirigió años después.
‘Tin Toy’ fue uno de los primeros cortometrajes del equipo de John Lasseter, con el objetivo de presentarlo en la conferencia anual de SIGGRAPH del año 1988. Desde los inicios, el equipo de Pixar estuvo en la certeza de apostar por unas animaciones de personajes más que por una simple muestra de dominio tecnológico. Según Lasseter, principal animador del grupo, “art challenges technology and technology inspires the art”. De esta manera, si observamos con lupa todas las producciones de Pixar, nos daremos cuenta de que la caracterización de sus personajes está por encima de toda ornamentación tecnológica. Y es que desde los primitivos André i Wally B (‘The Adventures of André & Wally B,’ 1984). hasta la perfección de Carl Fredricksen (‘UP’, 2009), la emoción y la expresión son el hilo conductor de toda historia Pixar.
La calidad de los cortos de Pixar fue creciendo a medida que la tecnología lo iba permitiendo. En cada proyecto se planteaban dar un paso más y lograr nuevos retos. Y esto fue precisamente lo que hicieron con ‘Tin Toy’, que se convirtió en la primera animación digital en 3D premiada con un Oscar. El equipo de Pixar estaba formado por programadores e ingenieros, como que dominaban el lenguaje para crear el software necesario para poder sintetizar digitalmente y animar los personajes que ideaban los animadores con John Lasseter al frente. De ese modo, en ‘Tin Toy’ se plantearon dar vida a los juguetes y dar el protagonismo a un bebé cuando nunca antes habían creado ningún personaje humano. Para su realización pues, mejoraron los programas de síntesis o diseño, así como los de animación o el sistema de rendering. A nivel de diseño, hay una gran evolución de formas: de las formas básicas de los cortos precedentes, quisieron arriesgarse con la caracterización facial de un bebé. Pero esto no es todo. Cabe destacar también, el trabajo de texturas; desde el suelo de madera, la tela de sofá o la revista, sin olvidar las babas del bebé.
La imagen es importante pero cobra vida completa con el sonido y en este corto, es otro aspecto trabajado con minuciosidad. No se trata solamente de una música de fondo más o menos concordante sino que el muñeco protagonista lleva incorporados una serie de sonidos muy definidos que juegan un papel decisivo en el desarrollo de la trama.
Son todos estos elementos que hacen de Pixar la mejor fábrica de sueños, aquella que nos hace creer que hasta los juguetes pueden vivir y, más aún, sentir.
Roser Graell
junio 2010