Uno de los primeros films 2D de la Disney realizados con la ayuda de la informática.
The Lion King (Roger Allers/Rob Minkoff, 1994)
El Rey León – La estampida de búfalos YouTube
Esta escena de la estampida, en símil 3D, no hubiera podido realizarse sin las técnicas digitales de animación de manadas.
Hay veces que el exceso de tecnología sobra, y digo esto sin tener un ápice de tecnófoba. Hay veces, sin embargo, que se echa en falta, fácilmente reconocibles, cuando frente a la pantalla esgrimimos un ligero gesto de dolor (“ahí le falta…”). Y ocurre, pocas veces, pero ocurre que un conjunto de personas consiguen lo que en su día Aristóteles dictaminó como Aura Mediocritas. Esa perfecta conjugación de elementos que sin que unos se subyuguen a los otros, consiguen parecer una única e increíble unidad. Y esto ocurre claramente en El Rey León. Si alguien de repente, dijera que está pensando trasladar un clásico de Shakespeare a la animación, y no sólo eso, sino que además utilizaría animales, en vez de personas, a quién más o a quién menos, se le escaparía una carcajada. Luego, ante el film, dichas risas se quebrarían para convertir-se en un silencio de asombro. Esto ocurriría desde el principio, desde el momento en que el logo ampliamente conocido, de Disney, tomara una tonalidad rojiza, de viento de Sabana, y la música se iniciara en ese negro para ir a para al sol naciente y viera nacer, antes del título, el Rey León. Pero sigamos con estas personas (envidiadas, pues están viendo el film por primera vez) que hemos dejado a su merced en el cine. Son leones ante lo que asisten, ¿y por qué lloran, tiemblan y ríen con ellos como si de personas se tratase?, quizá que el equipo creador se trasladara a la sabana africana para observar los movimientos de dichos animales y luego los mezclara con expresiones de actores tenga algo que ver, pero también, que este equipo del que hablamos estuviera formado por unos pocos amantes de la animación que vieron en el proyecto de la película algo más allá de lo que en un principio planteara y fueran de los pocos que escogieran quedarse, en lugar de apostar, como la hizo la mayoría, por una nueva princesa Disney, como Pocahontas resulta un buen motivo para hacer de ella una obra tan especial. Llega la manada de ñus, Simba está en peligro, y con él la animación. Los ordenadores entran en el juego y hay quién desconfía, pero viendo como la manada arrasa en el acantilado, nadie duda. Porque la tecnología digital, ahí, no ha conseguido hacer mil ñus de uno solo, la proeza real, es hacer que cada ñu parezca dispuesto a pisotear a Mufasa de una forma distinta, es hacer que por las venas de Mufasa parezca que corra la misma sangre (en este caso, tinta) que por la de los ñus, porqué no se nota, porque está ahí, en esa aura, que el film no abandona. Ya antes, cuando las hienas se preparaban para el ataque, han notado un escalofrío y un ligero sudor frío, el ordenador no ha conseguido multiplicar las hienas y hacer que vayan todas al mismo ritmo, el ordenador ha logrado traer reminiscencias nazis ante nosotros, el ordenador ha puesto en marcha ese escalofrío. Y es por esto que, el Rey León, sin ser un film de animación digital, le debe el trono a este sistema.
Leticia Martín
junio 2009