Por encima de su actual relato, PIXELS es una de las más obvias demostraciones del peligro que supone para los grandes estudios el animador independiente en la actualidad. Con la potencia de renderizado ya al alcance de casi cualquier hogar y una sala de cine inconmensurable que va desde Dailymotion hasta youtube pasando inevitablemente por Facebook, el único límite está en el talento.
PIXELS, de Patrick Jean, empieza con una televisión bicromática que deja escapar una nube inmensa de juegos arcade. Todo lo que ocurre a continuación es la gran venganza del retro. Del diseño básico y conceptual, del objetivo claro, de la falta de monsergas y esteticismo desagradable. Tanto Pac Man como Space Invaders son vestigios fundacionales de una manera única de ver el mundo: el juego. Y por ello vienen a reclamar lo perdido. Por eso no destruyen, sino deconstruyen. Porque se saben fuera del futuro y sólo reivindicados desde la nostalgia absurda. Y porque ven la falta de diversión en nuestras calles.
Pero PIXELS tiene una pequeña contradicción. Todo este look de postín logrado a base de explotar la cámara Canon EOS-5D Mark II. Es decir, una estilización y un sentido de lo bonito y resultón totalmente ajeno al principal hallazgo de los videojuegos ochenteros. Pero esto podría achacarse a la compenetración de las formas contemporáneas, algo que lleva viéndose desde que el cine es cine.
Aun así, PIXELS no deja de ser una de las propuestas más cuidadas de infografismo actual. Y su escalofriante final deja un pequeño aviso reafirmando aquel cómic de Superlópez: a este paso nos vamos a convertir todos en cabezas cuadradas.
Por encima de su actual relato, PIXELS es una de las más obvias demostraciones del peligro que supone para los grandes estudios el animador independiente en la actualidad. Con la potencia de renderizado ya al alcance de casi cualquier hogar y una sala de cine inconmensurable que va desde Dailymotion hasta youtube pasando inevitablemente por Facebook, el único límite está en el talento.
PIXELS, de Patrick Jean, empieza con una televisión bicromática que deja escapar una nube inmensa de juegos arcade. Todo lo que ocurre a continuación es la gran venganza del retro. Del diseño básico y conceptual, del objetivo claro, de la falta de monsergas y esteticismo desagradable. Tanto Pac Man como Space Invaders son vestigios fundacionales de una manera única de ver el mundo: el juego. Y por ello vienen a reclamar lo perdido. Por eso no destruyen, sino deconstruyen. Porque se saben fuera del futuro y sólo reivindicados desde la nostalgia absurda. Y porque ven la falta de diversión en nuestras calles.
Pero PIXELS tiene una pequeña contradicción. Todo este look de postín logrado a base de explotar la cámara Canon EOS-5D Mark II. Es decir, una estilización y un sentido de lo bonito y resultón totalmente ajeno al principal hallazgo de los videojuegos ochenteros. Pero esto podría achacarse a la compenetración de las formas contemporáneas, algo que lleva viéndose desde que el cine es cine.
Aun así, PIXELS no deja de ser una de las propuestas más cuidadas de infografismo actual. Y su escalofriante final deja un pequeño aviso reafirmando aquel cómic de Superlópez: a este paso nos vamos a convertir todos en cabezas cuadradas.
Ignacio Domínguez
junio 2010