Los últimos días del escultor Giacometti en una recreación a manera de homenaje.
Eternal Gaze (Sam Chen, 2002)
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Mejor animación de SIGGRAPH’02.
Los últimos días del escultor Giacometti en una recreación a manera de homenaje.
Eternal Gaze (Sam Chen, 2002)
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Mejor animación de SIGGRAPH’02.
“The difference between the living and the death is the gaze”
Alberto Giacometti, 1952.
Art for art’s sake (el arte per se), es la traducción usual del eslógan francés del siglo XIX “l’art pour l’art”, que defendieron en su momento autores como Baudelaire, Flaubert, Poe o Oscar Wilde. Poe, en su ensayo «The Poetic Principle» defiende que si un artista mira el interior de su alma, descubrirá que el más noble de los trabajos a los cuales puede entregar-se un poeta, el más digno, es el de escribir el poema por el poema, un poema escrito solo “for the poem’s sake”.
Esto es justamente lo que hace Sam Chen en ésta maravillosa obra de arte sobre el arte mismo que es “Eternal Gaze”. Pura poesía visual para trazar una historia que se repliega sobre sí misma, uniendo en una simbiosis perfecta forma y fondo, mensaje y estética. Quizás porqué el arte es el mensaje y es también la forma, el amor por el arte nace tanto en la mirada de Giacometti observando sus obras en su taller, como en la mirada del espectador observando cómo Sam Chen nos muestra en su obra de arte a Giacometti observando a su obra de arte, en un juego de espejos infinito y perfecto.
El corto, con una asombrosa estética estilo “film noir” envuelve en luces, sombras y relieves de una precisión preciosista la mirada y los gestos del creador a quién rinde homenaje Sam Chen. En dieciséis minutos de hermosas imágenes en blanco y negro y a través de una música melancólica, envolvente, el autor nos introduce en el inquietante mundo del escultor suizo Giacometti, en la íntima soledad de sus últimas horas.
Cómo un pigmalión contemporáneo, Giacometti se enamora de sus creaciones, que cobran vida a través de su mirada. Cómo el mismo autor decía, y cómo aparece al principio del cortometraje, la diferencia entre la vida y la muerte es la mirada, y es éste para mí el concepto fundamental del cortometraje. Chen nos lleva al corazón de la creación misma, pues es en la mirada dónde se funda la creación, dónde las figuras cobran vida y devuelven la mirada a su creador, en un acto de amor sublime que cierra la historia.
Una de las cosas más interesantes de Eternal Gaze es la forma en que Chen, único creador de la obra – que le llevó cuatro años de trabajo- , abre los límites de la animación digital hacia otros campos que clásicamente le estaban vetados cómo la pintura, la fotografía e incluso la escultura.
Clara Roquet
junio 2009