Viaje al interior de una mina abandonada, a la manera de una montaña rusa, entre precipicios, gases que explotan y lava hirviente.
Devil’s Mine (Jos Claesen / Anton Roebben, 1993) YouTube
Primera producción 3D Showscan para parques de atracciones. En este sistema, los asientos de los espectadores se mueven hidráulicamente de acuerdo con lo que se ve en pantalla, de manera que la experiencia audiovisual es además física.
No hay deseo humano más grande que el hecho de simular una realidad alternativa a la que percibimos naturalmente por nuestros sentidos. Dejarnos envolver por algo, ya no sólo a través de la vista –como hacían nuestras pasadas civilizaciones, como la romana, en sus propias casas, al construir esas grandes pinturas que realmente les transportaban a otro mundo– sino también a través del oído, supone una experiencia bastante interesante. Si al oído y la vista le sumamos también el movimiento de los sillones en los que estamos sentados observando, la sensación de meternos dentro aquello que aparece delante de nuestros ojos aumenta.
Pero la mayoría de las personas que hayamos vivido una experiencia similar –sin ir más lejos, nos encontramos con Sea Odissey, en el parque temático Port Aventura, en Tarragona, con una duración de unos 15 minutos en el que nos introducimos en un mundo submarino– probablemente nos demos cuenta al ver esta producción en 3D a través del ordenador, que no hay ni punto de comparación con sentarse en esa sala y vivir esa experiencia. De alguna manera, ver esta simulación a través de una pantalla de ordenador sabe a poco.
No sólo los efectos de sonido son del todo verosímiles, sino que están extraordinariamente bien coordinados. Por otro lado, vemos que la imagen nos muestra una realidad que difícilmente podremos vivir nunca –sin peligro de muerte, claro está–. Hay momentos en que el vagón descarrila y acaba volviendo al raíl, momentos en que vemos la imagen invadida por el fuego o algún gas que nos impide la visión, y el vagón realiza un recorrido que podríamos calificar de imposible poner en práctica. Pero esa es precisamente la función de este tipo de producciones en tres dimensiones: poner al alcance del ser humano una experiencia que, de manera natural, nunca podría vivir, desafiando a las leyes de la química, la física y el sentido lógico de las cosas. Quien vive en directo en el parque temático la experiencia de Devil’s Mine, sale de la sala con la sensación de haber vivido realmente una experiencia fascinante, y es allí donde radica la grandeza de su creación: proporcionar una experiencia única, que sólo es posible a través de su creación digital.
Mònica Domínguez
junio 2009