Las aventuras de una hormiga obrera para conseguir los favores de la hormiga princesa.
Antz (Eric Darnell/Tim Johnson, 1998)
Hormigaz – Tráiler YouTube
Producción de DreamWorks. Curiosamente, este film se estrenó al mismo tiempo que otra historia de hormigas en 3D, A Bug’s Life, de la productora rival Pixar.
Antz es la segunda película íntegramente en 3D producida por Dreamworks. Dirigida por Eric Darnell y Tim Johnson y con un reparto de voces que incluye actores tan destacables como Woody Allen, Sylvester Stallone, Jennifer Lopez o Sharon Stone, es una película de 1998, que pertenece a los orígenes del largometraje en 3D, que sigue teniendo plena vigencia técnica, estética y narrativamente más de diez años después.
Antz es de corte más adulto que la mayor parte de los filmes de animación 3D que se han hecho antes y después y se apoya menos en la comedia para proponer discursos de carácter político e ideológico). Así, la temática de la película se basa en la presentación de un régimen totalitario a punto de hacer una “limpieza” pseudo-étnica en que se los dirigentes se quieren deshacer del “elemento débil” constituido por la gran mayoría de los habitantes de la colmena.
Z, el nombre de la hormiga protagonista, ya nos dice mucho de la historia que relata la película. Z es un apelativo que sugiere la carencia de individualidad del protagonista, una individualidad que se le ha negado en todos los aspectos de su vida desde el día que nació. La película parte del momento en que Z se platea estas cuestiones y todo el mundo a su alrededor intenta convencerle de que es su deber sentirse insignificante como individuo ya que las hormigas actúan como una comunidad donde cada uno es importante sólo en tanto que forma parte del grupo. Irónicamente, el actor que le da voz a Z es Woody Allen. Como director de cine y con un estilo tan marcado e inconfundible como el del personaje que a menudo representa en sus películas, Woody Allen, como artista, viene a representar precisamente aquello de lo que Z se ve privado: la individualidad. Por otra parte, desde sus películas de los años setenta Allen precisamente encarna al ser contemporáneo mediocre, poco atractivo e insignificante que, sin embargo, suele acabar consiguiendo, contra viento y marea, sus objetivos, frecuentemente sentimentales o sexuales.
Frente a la individualidad abiertamente ensalzada y celebrada en esta como en tantas otras películas estadounidenses clásicas y contemporáneas al convertirse en el objetivo del héroe, la multitud es un elemento narrativo básico del filme que constituye también uno de los componentes más complejos desde el punto de vista técnico. La bola hecha íntegramente de hormigas es el primer elemento que destaca en este sentido. En primer lugar, la idea forma parte de un objetivo de los guionistas que decidieron que las hormigas debían evitar utilizar todo elemento tecnológico y valerse siempre de sus propios cuerpos que, combinados con los de todos los demás, se transformen en todo aquello que necesiten. Esto exagera los principios de “todo por el grupo” en los que se basa su comunidad. Desde el punto de vista técnico las multitudes se basan en repeticiones cambiadas de posición. Si tomamos como ejemplo la escena del baile que se transforma en una pelea, los planos en que se ve una gran multitud están formados por una serie reducida de acciones que se repiten en diferentes lugares en tiempos y posiciones diversos. Además, crear rostros individuales para cada una de las hormigas hubiera resultado muy costoso así que los productores lo solucionan utilizando los rostros ya creados de los protagonistas e introduciendo ciertos cambios sencillos que variarán sus rasgos hasta obtener un abanico muy amplio de personajes secundarios. Un ejemplo de esto que destaca especialmente es el del borracho del bar que habla por primera vez a Z de la existencia de Insectopia. Este personaje es, en esencia, el mismo que el Coronel Cutter pero sobre el cual se aplican estiramientos y recursos similares hasta lograr una versión con más arrugas que resulta irreconocible y que se convierte en otro personaje completamente distinto.
Otro detalle destacable en lo que respecta a la creación de un tipo de atmósfera en una comunidad en la que la tecnología es inexistente es el uso de luciérnagas para iluminar la colmena, lo cual, además de corroborar el principio de “no tecnología” en que se basan para trazar las características básicas de funcionamiento de la comunidad de hormigas, participa a la hora de crear una atmósfera determinada en el interior de la colmena. Se trata de una iluminación que funciona paralelamente a la narración y que traza una diferencia clara entre la colmena y el exterior. La luz inicialmente suave y tranquilizante del interior se convertirá en claustrofóbica mientras la iluminación exterior se vincula a libertad y, en ciertos momentos, a un aviso de peligro. No obstante, el hecho de que el ataque sobre las termitas se produzca de noche no es accesorio sino que forma parte también de una intención de acompañar a la narración con una atmósfera determinada. De la iluminación de interior destaca la del despacho del General Mandible, que varía a lo largo de la narración y que, al final de la película se exagera para remarcar la presencia de los barrotes de cárcel que tienen prisionera a la princesa.
Un elemento importante que contribuye a que la película funcione tan bien es un objetivo que se marcaron desde el primer momento los realizadores: tratar la filmación de la película como el rodaje de una película “live action” en lo que respecta a posiciones y movimientos de cámara. Procuran evitar planos imposibles o que en la realidad hubieran resultado carísimos (como planos aéreos que hubieran requerido el uso de helicópteros). Esto tiene efecto tanto sobre el resultado desde un punto de vista más formal como desde un punto de vista narrativo. Desde el punto de vista formal el resultado es una mayor verosimilitud de la que se podía haber conseguido en animación 2D. En cuanto a los efectos sobre la narración esto personifica a las hormigas de una forma muy clara. A pesar de utilizar la convención de que no vayan vestidas o de que no hagan uso de tecnología (como sí harán, por ejemplo, los Bichos de Pixar), la insistencia de mantener la cámara constantemente a ras de suelo otorga a los personajes cualidades humanas al colocarlos a nuestro nivel. Hay excepciones a esta regla, como la escena en que se produce el ataque sobre las termitas. Se trata de un plano en que las hormigas aparecen diminutas y desplazándose en masa. No obstante, este plano no dista mucho de algunos que estamos acostumbrados a ver en el cine bélico y, en efecto, a través de él se subraya la similitud entre los ejércitos formados de hombres y aquellos formados por insignificantes bichos. Así, se puede interpretar esta escena como una vuelta más al discurso: hormigas que actúan como hombres que actúan como hormigas.
Como ya se ha apuntado antes, la individualidad como tema es intrínseco en el discurso del cine, especialmente el de Hollywood, y de la narración en general que tiende a designar un protagonista que se distingue de la multitud y utiliza para conducir la historia. Aunque dentro de su historia Z es uno entre un millón, su posición en el filme y desde el punto de vista del espectador es el del individuo narrativo por excelencia: el héroe. Y esto enlaza con la continuación del relato en que Z es designado por accidente como héroe de guerra y aclamado por la multitud. Sin embargo, la actitud del General Mandible se mantiene inflexible, ya que hasta el final de la película continúa reivindicando que la situación no ha cambiado. Incluso cuando se convierte en un héroe, lo es sólo en la medida que resulta útil para la comunidad, por lo cual su importancia como individuo sigue siendo cuestionada. En este sentido, el movimiento narrativo indica la dicotomía ideológica en la que se mueve la película: la defensa de la excepcionalidad del individuo en un mundo que continuamente nos recuerda nuestra poca relevancia frente a la aceptación pesimista y resignada de dicho papel insignificante. Independientemente del mensaje último del final feliz, cada espectador es libre de reflexionar sobre dicha disyuntiva desde su propia perspectiva y actitud ante la sociedad contemporánea.
Por último, me gustaría recuperar el tema de las voces. Cuando se ve una película de animación es importante pensar que las voces de los personajes no se graban en un doblaje posterior a creación de las imágenes sino que forma parte de una fase previa en la cual, tras tener un guión, que en el caso de Antz ni siquiera estaba del todo cerrado, los actores interpretan a los personajes y al hacerlo, participan activamente en su construcción. Así, de la misma manera en que Woody Allen influye en el personaje de Z hasta el punto que la película comienza con una escena de psicólogo específicamente característica del actor, Sylvester Stallone añadió tantos matices al personaje de Weaver que los guionistas decidieron ampliar su participación en la película añadiendo algunas escenas que aumentaban la importancia del personaje.
Los directores de la película confiesan que se apoyaron en la poca familiaridad del público con el 3D para arriesgarse a hacer una película con menos acción y más conversación de lo habitual, con escenas muy prolongadas y mucho peso en algunos diálogos. Confiaban en que el atractivo visual sería lo que les protegería del posible aburrimiento del público y, sin embargo, 11 años más tarde, cuando el público ha visto una veintena de películas en 3D Antz, sigue manteniendo todo su interés y sofisticación formal y narrativa, así como la relativa complejidad de sus discursos ideológicos.
Elena Deleyto
junio 2009